martes, 30 de abril de 2013



La gente se casa porque se quiere, pero también porque llega un momento en el que uno le apetece gritar a los cuatro vientos que esta enamorado hasta las trancas. Y es que un día conoces a alguien en la cola del cine, o en alguna tienda de discos y poco después te sorprendes haciendo cosas que jamás pensaste que harías. Cosas como untarle la mantequilla en las tostadas, dejarle tu lado de la cama, o ver una peli romanticona en vez del fútbol. Cuando te casas lo compartes todo, y lo flipante es que te encanta hacerlo. Porque has dado en la diana, que por fin, has encontrado el amor de tu vida.














La vida cambia día a día, hoy estás compartiendo almohada con la chica de tus sueños y mañana estás en una habitación de hotel más solo que la una. Hoy estás a punto de ser engullido por un tsunami, y mañana bailas y cantas con tus colegas en una boda. La vida es un cambio constante, siempre que algo termina es porque algo empieza, y por eso en la vida real no hay finales felices, ni finales tristes, solo existen nuevos comienzos.